no lloro por ti, mi cuenquita; solamente estoy
lagrimando por el humo en mis ojos,
por
ese gas
tóxico que se llama esperanza, que sale
como
cenizas del Sangay de tus buses, esas células
hipóxicas en las venas de la aldea.
eres
hora
pico. eres la ciudad que nunca se despierta.
sonámbulas
por corredores de adoquines como las escamas
de un dragón de papel. tus muros
sangran arte y grafiti. en los
mejores días, soy
tus tres
ríos más famosos: café, Zhumir y lágrimas.
¿cómo puedes llover y brillar tanto
al mismo tiempo? me preguntan. solamente tú
me
entiendes. con tus garras calcificadas, te
arrancas
hacia el futuro. en tu cima,
coronado por las nubes, lloras
hacia el abismo debajo.
***
(Guayaquil,
Ecuador – Julio, 2022)
Me voy a
mudar a los EEUU este fin de semana. Por eso, quise compartir este poema en que
intenté capturar mis sentimientos por Cuenca, una ciudad donde pensaba que iba
a vivir por el resto de mi vida – el
arte, las montañas y los ríos. También debería decir que esta fue mi
experiencia y mis pensamientos. No quiero decir como es ser cuencano o como es
vivir ahí para todos porque solamente sé mis propias experiencias.
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